Viajar con el Inglés: Chicago

Torre Trump, vista desde el Río Chicago
Torre Trump, vista desde el Río Chicago

A muchas personas les apasiona viajar. Conocer nuevos lugares geográficos y visitar ciudades en las que no se ha estado antes. Si eres como yo, que te cuesta un poco "arrancarte" a la hora de salir del lugar en el que vives normalmente, sabrás que aunque decidirte sea un poco complicado -o un "mucho", según los casos-, después acaba uno pasándoselo como un enano y disfrutando muchísimo.

Yo soy algo selecto con los destinos cuando se trata de planificar el viaje. Reconozco que tengo una especial atracción por aquellos lugares en los que se habla el Inglés, bien sea como primera lengua oficial o bien como segunda. Pero que se hable. Esta preferencia se debe en gran medida, creo yo, a la sensación objetiva de seguridad que se experimenta desde el principio cuando se viaja a una ciudad cuya lengua hablada se entiende y se maneja.

 

Siguiendo estos cánones, el último de mis viajes ha sido a la preciosa ciudad de Chicago. Había visitado los Estados Unidos con anterioridad -con una estancia vacacional en Nueva York-, y no me ha importado volver, esta vez a una ciudad distinta. Ciudad que, por cierto, no tiene nada que ver con la anterior. Chicago me ha parecido mucho más "organizada", estructurada y habitable que Nueva York. Podría pensarse que adolece de una falta de frescura o de "ritmo" -cualidades que son casi instintivamente atribuibles a la ciudad de Nueva York- , pero no es así: sucede que la cadencia general en Chicago no es tan "in-your-face" como la de la Gran Manzana,  lo que no quita para que sea una ciudad con todos los atractivos que uno puede querer encontrar en un destino viajero.

 

Como actividades destacables, más allá de la mera oferta gastronómica, que califico con un notable alto, asistimos a un partido de la serie de los playoffs de la NBA entre el equipo local, los Chicago Bulls, y los Brooklyn Nets, neoyorkinos en su procedencia, denominación y estilo de juego. También nos apuntamos a un concierto de una estrella del rock que hacía una parada con su gira norteamericana en la Ciudad del Viento, coincidiendo con nuestra estancia. El tour en el barco por el río Chicago ofrece una fantástica inmersión en la historia de la imponente arquitectura que se alza a ambas orillas, saliendo incluso al Lago Michigan a través de las esclusas que lo separan del río. Las atracciones del delfinario en el Shedd Aquarium son dignas de ser presenciadas también, con sus ballenas belugas, delfines y leones marinos desplegando sus mejores piruetas y trucos acrobáticos.

 

Y todo esto, lógicamente, se vive en Inglés, se respira en Inglés y se disfruta en Inglés. No imagino poder haber experimentado el mismo nivel de satisfacción y aprovechamiento de las experiencias que allí viví estando "pegao" con el idioma. Ahora se me ha despertado el gusanillo viajero, y, aunque todavía queda un tiempo hasta mi próxima salida de suelo patrio, ya estoy pensando en el próximo destino. Trato de decidir entre la costa oeste americana (California) o el continente australiano (Sydney, Camberra, Brisbane o Perth en Australia, o tal vez Nueva Zelanda). Seguro que a pesar de las diferencias, cualquiera que escoja resultará una experiencia increíble.

 

La moraleja es que saber idiomas nos sirve también para enriquecernos personalmente, aplicándolos de forma activa en nuestras actividades de ocio, como los viajes. No te lo pienses y ponte en marcha.

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