Los 5 errores más comunes (y evitables) al escribir un documento en Inglés.

Escrito por Jesús M.

Ya sea en un examen, un ejercicio escrito, un e-mail, un informe, presentación o cualquier otro tipo de documento, en algún momento vamos a tener que emplear nuestro Inglés en la forma escrita. Es importante conseguir el mejor resultado posible, ya que nuestro documento dice de nosotros muchas más cosas además de cuál parece ser nuestro nivel general (o técnico) de Inglés. Vamos a realizar un breve repaso a los 5 errores que según nuestra experiencia se producen con más frecuencia a la hora de afrontar un documento o cuerpo escrito en Inglés. Pero no hay que temer: la buena noticia es que todos ellos se pueden solucionar con la suficiente preparación y atención. Vamos a verlos.

1.Intentar traducir directamente al Inglés nuestro flujo de pensamiento.

Cuando nos ponemos delante del papel o la pantalla del ordenador para comenzar a escribir nuestro texto en Inglés, la mayor parte de las veces terminamos traduciendo directamente al Inglés la misma estructura que se nos ha ocurrido en castellano: buscamos por ahí las palabras que no conocemos y "montamos" las frases con mayor o menor acierto. En la mayoría de los casos, el texto que escribimos no tiene el "look & feel" que debería presentar un buen texto en Inglés.

Para evitar este error, es muy importante estar familiarizado con el mayor número de expresiones en lengua inglesa que nos sea posible conocer, y al menos controlar aquellas que tengan mayor incidencia o probabilidad de aparición en nuestro trabajo o actividad cotidiana. Se trata de evitar los "I think" o 'I do not carry that area since a long time ago'.

 

Este último ejemplo presenta una traducción directa (y errónea) de "No llevo ese área desde hace mucho tiempo", que podría transformarse a un Inglés correcto como 'It's been a long time since I last was responsible for that area".

Nuestra ventaja: no hay una única forma de decir las cosas. Es importante que, en este sentido, trabajemos nuestro rephrasing y la habilidad de expresar la misma idea de diferentes formas. Antes de traducir directamente, merece la pena asegurarse de la adecuación del resultado a lo que queremos decir.


2. Quedarse corto -o pasarse- en la cantidad de información aportada.

Nuestro texto debe quedar perfectamente claro en sus aspectos principales, que a estos efectos son la forma, el contenido y el estilo. Nuestro objetivo principal es que el receptor de nuestro email o documento tenga absolutamente claro lo que queremos transmitirle (una llamada a la acción, una intención, agradecimiento, petición...). Agradecerá concisión y un estilo de escrito acorde con el contexto en que se produce la relación comunicativa (alumno-profesor, empresa-cliente, superior-subordinado, cliente-empresa, parte-contraparte, etc.).

 

Por tanto, decir con diez palabras lo que hemos podido decir con seis no es una buena idea. Sin embargo, no aportar la suficiente información o dejar una idea o mensaje incompleto por falta del necesario desarrollo provocará que no se nos entienda y que el interlocutor deba "rellenar" mentalmente, si no adivinar, lo que no le hemos dicho nosotros. Las claves, por tanto, son: claridad, concisión y suficiencia de contenido.


3. Utilizar un tono inadecuado al contexto.

El tono que debe utilizarse en cada caso será el que venga determinado por el contexto relacional que origina el escrito. No es lo mismo enviar un correo electrónico a un compañero en Londres que tenga nuestro mismo rango operativo en la empresa que enviarle un correo a un director de departamento, y variará igualmente dependiendo de la mayor o menor confianza que se tenga con el receptor. A modo de resumen, los factores que determinan las diferencias en el registro que debemos emplear en nuestro escrito son (sin vocación de complitud) los siguientes:

  • El tipo de documento (email, carta, informe, memoria, trabajo escrito, soporte para presentación oral, escrito de carácter técnico -como escritos legales-, redacción en la escuela, instituto o universidad, etc...)
  • La relación que nos una con el destinatario del documento (compañero de relación laboral de mismo rango, de rango inferior, de rango superior, profesor-alumno, organismo oficial, cliente, etc...)
  • El objeto del documento (escrito de petición o solicitud, de queja, de información, trabajo académico, ejercicio de examen, etc...)
  • El contexto en el que se produce la comunicación escrita, intrínseco a los anteriores: (empresa, centro educativo, organismo público, trabajo, etc...)

Así, teniendo en cuenta los factores anteriores, nos decantaremos por escribir de manera más informal, formal o neutra. No debemos tener miedo a equivocarnos, porque seremos mejores a través de la práctica. Pero es importante respetar siempre el registro indicado en aquellos casos en los que debamos ceñirnos a uno concreto, como en un examen.


4. No revisar nuestro texto escrito antes de lanzarlo al destinatario.

Primero hemos tratado de plasmar por escrito de la mejor manera posible lo que queremos decir. Suele ser bastante frecuente, ya sea por las prisas o por la presión del momento, o bien por olvido, o porque lo entendamos innecesario, enviar el correo o presentar el documento o examen sin haberlo repasado. Existen varios niveles de repaso, pero en todo caso es muy aconsejable no presentar o enviar nuestro texto sin haberle dado como mínimo una "segunda vuelta".

 

El objeto de este repaso es detectar aquellos errores que hayamos podido cometer por despiste y que no hubiéramos cometido si hubiésemos tenido más tiempo, o re-escribir aquellas frases que no terminen de estar ajustadas en cuanto a forma o significado, o encontrar una palabra más adecuada para decir lo que queremos. Por muy ligero que sea el repaso, nos va a permitir detectar incoherencias o errores, teniendo la oportunidad de corregirlos y tratar de perfeccionar el resultado final del texto que vamos a presentar.

5. Pensar que "lo básico se entiende" y descuidar los detalles.

En muchas ocasiones, sobretodo si no estamos muy seguros de nuestro Inglés, nos contentamos presentando textos muy mejorables porque creemos que la idea general que queremos decir está suficientemente clara y por tanto ya no hace falta cuidar la apariencia general del texto. Esto es un error que tenemos que evitar porque, aunque en algunos contextos o ámbitos nos van a entender y la suficiencia semántica del texto va a permitir que la comunicación se realice, la eficiencia de la misma va a verse perjudicada, y no todos los casos son iguales.

 

Por ejemplo, en el entorno empresarial, si tratamos de informar a un cliente de que hemos enviado su pedido, un email cuyo texto principal sea "order delivered" puede ser suficiente para que entienda lo que queremos decirle, pero siempre agradecerá un poco más de letra explicando detalles adicionales. Además, la imagen corporativa, que en ese momento está representada por quien envía el correo, queda en entredicho y es muy mejorable. Ni que decir tiene que la imagen personal también sufre con este tipo de atajos. Por eso, la gramática, el vocabulario adecuado, la forma y el registro del texto deben cuidarse formando un todo para lograr el mejor de los impactos.

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